domingo, 22 de mayo de 2011

SIN HOGAR


 Y la pequeña niña, miro a su alrededor, tuvo tanto miedo de la absoluta oscuridad, sintio tristeza en el corazon y un gran vacio en el alma, se aferro muy fuerte a su fiel compañero, un oso de peluche que mostraba las heridas dejadas por el paso de los años, pero que ella se encargo de remendar con sus propias manos. La calidez de su abrazo muy a menudo disipaba el miedo, pero aquel dia el silencio lo invadio todo, la oscuridad parecia cobrar vida.
Ella no lo resistio, no pudo evitar que emanaran de sus ojos gotas como el rocio de la mañana, y lloro, por el silencio, por el vacio, por el dolor. por las ausencias, por la nostalgia, por el olvido, lloro por sentirse perdida, sin rumbo en un mundo demasiado grande, lloro por no haberse acurrucado nunca en el regazo de su madre, y no haber sentido el abrazo protector de su padre, lloro hasta vaciar el mar de su amargura, hasta que los porque dejaron de resonar en su cabecita de niña que no comprende, pero que le duele mas alla de sus fuerzas.
 Cuando ya no habia espacio para un apice de tristeza mas, cayo atrapada por el sueño, una ultima lagrima rodo por su mejilla, siguio un largo camino hasta llegar al felpudo corazon del osito de peluche,  que en un angel se convirtio, sus ojos se iluminaron en aquella oscuridad, la luz gano la batalla,  el la envolvio con sus amplias alas seco sus lagrimas, convirtiendo en esperanzas sus miserias, le arranco una sonrisa calida, la tomo de la mano y le mostro que el mundo tambien tiene color.

Imagen: Una niña abraza a su oso de peluche, luego de regresar a su casa en una aldea en los alrededores del volcán de Pacaya luego de haber sido evacuados. FOTO LA HORA: JOSÉ OROZCO 



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