Y la pequeña niña, miro a su alrededor, tuvo tanto miedo de la absoluta oscuridad, sintio tristeza en el corazon y un gran vacio en el alma, se aferro muy fuerte a su fiel compañero, un oso de peluche que mostraba las heridas dejadas por el paso de los años, pero que ella se encargo de remendar con sus propias manos. La calidez de su abrazo muy a menudo disipaba el miedo, pero aquel dia el silencio lo invadio todo, la oscuridad parecia cobrar vida.


Imagen: Una niña abraza a su oso de peluche, luego de regresar a su casa en una aldea en los alrededores del volcán de Pacaya luego de haber sido evacuados. FOTO LA HORA: JOSÉ OROZCO |